c.b. atienza
medina de rioseco
Todos queremos que llegue el verano. Una estación que viene de la mano de cenas bajo las estrellas, tardes en la piscina o paseos nocturnos. Pero tiene sus pequeños inconvenientes: los insectos; quizás para algunas personas molestos pero de gran importancia para el campo y las producciones agrícolas.
Y este año parece que llega con el aumento en la presencia de insectos, tras una primavera cálida y una época estival que parece, será muy calurosa. Es entonces cuando los repelentes brotan en los supermercados a ojos del consumidor, en busca de una solución que ponga fin a los numerosos mosquitos. Pero existen unos insecticidas naturales, son el vencejo común, el avión común y la golondrina común, los tres pájaros mosquiteros que junto a los murciélagos, suponen nuestro mejor aliado contra esos bichos que tan poco nos gustan.
Estas tres aves, tras recorrer miles de kilómetros desde sus lugares de invernada en África subsahariana ya están en nuestros pueblos. Tan cercanas al ser humano forman parte de nuestro patrimonio natural y del acervo cultural e histórico del medio rural. Son especies protegidas a nivel nacional y europeo -al igual que sus pollos, nidos y huevos- que se han adaptado perfectamente a convivir con las personas, aprovechando en muchos casos las ventajas que esto les supone.
Como aves cercanas al ser humano, su presencia es un indicador de la buena calidad ambiental de nuestros pueblos. Donde hay vencejos, golondrinas y aviones, el entorno es más saludable para las personas. Se trata de animales muy beneficiosos. Pero «sobre todo son grandes comedores de insectos», asevera el biólogo y gran conocedor de la fauna y ecosistema de la zona, Javier Talegón. Y los datos no engañan. Por ejemplo, una golondrina, cuya dieta se basa principalmente en moscas, mosquitos, hormigas voladoras, avispas, chinches y pequeños escarabajos, puede consumir unos 60 insectos a la hora (unos 850 insectos diarios), lo que representa unos 150 gramos de insectos al día por golondrina; esto supone unos 55 kilos de insectos consumidos por cada golondrina al año, o lo que es lo mismo, 310.250 moscas-mosquitos anuales. Pero los vencejos no se quedan atrás, ya que son capaces de ingerir 55 kilos de insectos al año; mientras que el avión común devora 530 insectos al día, según datos del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA).
Así pues, estos aliados del hombre contra los mosquitos «son perfectos insecticidas gratuitos y naturales», apunta Javier Talegón. Sin olvidar, que «alegran los pueblos con sus colores, sus vuelos y sus cantos», añade. E incluso «inspiradoras de poetas y artistas», apunta el miembro de Asociación para la Conservación y Estudio de la Naturaleza de Valladolid (ACENVA), Jesús Colás. A pesar de ello, el mayor enemigo de estos tres mosquiteros es el hombre.
A nivel general, «hemos registrado un descenso de estas tres especies de aves», asegura Jesús Colás. Da fe de ello la vecina y amante de la naturaleza de Montealegre de Campos Beatriz del Val, que asevera que «cada año se ven menos ejemplares de estas especies y pájaros en general en el pueblo».
¿Pero por qué hay cada vez menos golondrinas, vencejos y aviones? Por una parte, «el uso masivo de plaguicidas en una agricultura intensiva que ha supuesto la reducción de sus fuentes de alimentación, los insectos», explica Javier Talegón.



DESTRUCCIÓN DE NIDOS. Pero además existe el problema de la destrucción de sus nidos. En la mayoría de los casos se produce «por las molestias y conflictos relacionados con la suciedad o el ruido que pueden ocasionar». Y es que «existen personas muy poco tolerantes», denuncia Talegón. Pero «normalmente se respetan», comenta del Val. Y aquellos que no lo hacen, «actúan mal por desconocimiento». Asimismo, en verano, «los pueblos se llenan de personas que no viven durante el resto del año, que vienen en busca de tranquilidad, y a veces actúan sin pensar lo que supone estar en el medio rural», añade.
Los aviones y las golondrinas construyen sus nidos con barro en aleros, esquinas o porches. «Son fáciles de localizar y algunos derriban con una escoba fácilmente sus nidos», señala Jesús Colás. En cambio, los vencejos utilizan huecos, grietas y rendijas en los edificios de cierta altura para ubicar sus casas. Utilizan preferentemente edificios antiguos. «El diseño de los edificios modernos, la sustitución de edificios viejos por nuevos o la rehabilitación de los construcciones históricas o monumentos raramente tienen en cuenta criterios adecuados para que esta especie encuentre lugares de nidificación idóneos».
MULTAS. Estos tres mosquiteros están protegidas a nivel nacional y europeo, así como sus pollos, nidos y huevos, y destruirlos es una infracción grave sancionable con multas de 5.000 a 200.000 euros. Golondrinas, aviones y vencejos son aves protegidas por las leyes europeas y nacionales (Directiva Europea de Aves y Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial). Además, la legislación ambiental nacional también protege a las crías y los huevos, y prohíbe expresamente «la destrucción o deterioro de sus nidos» o «la destrucción del hábitat» (Ley 42/2007).
La destrucción o retirada de nidos sin permiso «es denunciable», asevera Javier Talegón. En este sentido, la organización conservacionista SEO/BirdLife solicita de nuevo la colaboración ciudadana «para evitar estos atentados contra nuestro patrimonio». Cualquier persona que observe casos de destrucción de nidos, molestias en las colonias o detecte que no se cumple con los requisitos exigidos por la legislación, debería denunciarlos ante las autoridades y ponerlo en conocimiento de esta agrupación.
De esta manera, se antoja necesario planificar los trabajos de rehabilitación de edificios y monumentos históricos. Las personas «deberán pedir un permiso especial a la Junta de Castilla y León», afirma Javier Talegón. Si bien, esta intervención «deberá llevarse a cabo fuera de la época reproductora, que tiene lugar de marzo a julio». De esta manera, se asegurará que se compatibiliza la conservación del patrimonio cultural pero también del patrimonio natural de pueblos y ciudades, a la vez que se cumple la legislación. Para ello es necesario que antes de cualquier actuación se supervise si existen especies protegidas en los edificios y se planifiquen las obras con antelación, de manera que no se afecte a estas especies, garantizando que los trabajos se realizan durante el largo periodo del año en que estas aves no están.
Además, existen soluciones frente a las posibles molestias con el fin de conciliar la presencia y reproducción de las aves con la conservación del patrimonio y la convivencia con las personas.
El problema de la suciedad producida por las golondrinas o aviones comunes se puede paliar con la colocación de una simple balda, cartón o bandeja de protección en el suelo, bajo los nidos. Para paliar los problemas de ruido, una posible solución es colocar placas de insonorización- Pero además, «se pueden instalar cajas nido para dar lugares de nidificación», explica Talegón. Desde Acenva «hemos realizado –dice Colás- talleres de este tipo para aves insectívoras». Una iniciativa que «busca concienciar». Precisamente, «en la ciudad de Valladolid hemos llevado a cabo varias acciones en relación al avión común». Pero «nos gustaría hacerlas extensivas al resto de la provincia, un tema que hemos tratado con la Diputación Provincial en los últimos meses». Sin duda, «una iniciativa que sería muy bien recibida en nuestros pueblos y que encajaría perfectamente en las Semanas Culturales», comenta Beatriz del Val.

MURCIÉLAGOS. No es una ave pero sí un mamífero, pero al igual que los tres pájaros mosquiteros es también un perfecto aliado en la lucha contra los insectos. En Castilla y León hay unas 30 especies, pero en el territorio de Campos y Torozos las más habituales son el murciélago común o enano (Pipistrellus pipistrellus) y el rabudo (Tadarida teniotis). Ambas especies «son más difíciles de controlar que las aves porque hay que hacerlo con equipos de utrasonido», explica Jesús Colás. Parte de su problemática «es similar a la de los vencejos, ya que crían en fisuras», añade.
Pero es que además, estos mamíferos voladores «tienen muy mala fama», reconoce Javier Talegón. «Son oscuros, chillan, emiten utrasonidos y son nocturnos; unas características que no gustan a muchos». Además, el cine y la televisión no los ha hecho ningún favor, que los ha relacionado con los vampiros. Pero «ninguna especie en Europa chupa sangre –son insectívoros- ni mucho menos transmite la rabia», asegura Jesús Colás. Aunque «sí algunas subespecies en Sudamérica que se nutren de ella», añade.
Los murciélagos son animales muy sensibles a las molestias. Al contrario que los vencejos, golondrinas y aviones, el murciélago no realiza migraciones. Hiberna. Y es en ese momento «cuando sus constantes vitales son muy bajas y respira muy lento», explica Javier Talegón. «Si los molestamos y provocamos su vuelo, podrían consumir muchas de las reservas acumuladas para pasar el invierno y morir.
Todas las especies de murciélagos identificadas en España están protegidas por la legislación estatal: el Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas.
Y es que si «valoramos lo cercano –apunta Colás- y protegemos lo que tenemos en nuestro territorio también protegemos al oso polar», una figura que parece todos tenemos en nuestra cabeza gracias a las campañas y los medios de comunicación, pero «que está mucho más lejos de nosotros», y por la que quizás no podamos hacer tanto desde aquí . El objetivo: «que no se rompa el ciclo de la naturaleza».

