El zorro, un escudo ante las enfermedades

c.b. atienza
medina del campo

El lenguaje figurado y las metáforas sobre defectos y virtudes humanas que apelan a los animales son especialmente duras con el zorro. La única excepción puede que sea el entrañable zorro de El principito (Antoine de Saint-Exupéry, 1943). Pero desde las fábulas de Esopo en el siglo VI aC, hasta el Pinocho de Collodi en 1882, el zorro y la zorra se presentan como personajes negativos, peligrosos y despreciables.

Sin embargo, esta especie que habita los ecosistemas de Castilla y León, sirve para mantener a ralla a las enfermedades a través del consumo de pequeños roedores y conejos. Es el zorro común o zorro rojo (Vulpes vulpes). Esta especie, junto a algunas rapaces o el lobo, ejercen una presión sobre estos pequeños herbívoros, que podrían convertirse en plagas.

Estos grupos depredadores han alcanzado una importancia clave gracias a su efecto regulatorio sobre roedores silvestres. En concreto, el zorro «actúa como un raticida natural y resulta completamente incongruente la intensa persecución de este cánido, para muchos, culpable de todos los males de las especies de caza menor», asevera el biólogo y experto en el territorio de Campos y Torozos Javier Talegón. En este sentido, el veterinario de fauna Javier Vázquez alerta de que «en el momento que un humano elimina a un macrodepredador, como puede ser esta especie, aparecen esos microdepredadores, aquellos que no vemos con nuestros ojos, que son las enfermedades y que pueden llegar a a hacer desaparecer a una población entera».

El zorro es ante todo un cazador de pequeños roedores: ratas, topillos, ratones de campo o incluso ratones domésticos y en nuestro ecosistema también consume conejos. «Una familia de zorros puede llegar a consumir miles de ratones cada temporada», reconoce Javier Talegón. Los roedores son portadores de una amplia variedad de organismos que causan enfermedades, incluyendo muchas especies de bacterias, virus, protozoos y helmintos (lombrices). Además, actúan como vectores o reservorios de muchas enfermedades a través de sus ectoparásitos, como pulgas, garrapatas, piojos y ácaros, además de algunas enfermedades transmitidas por mosquitos. «Muchas enfermedades crecerían rápido si no hubiera una presión sobre los roedores», dice Vázquez.

Una de estas enfermedades es la de Lyme -también conocida como borreliosis de lyme- que se transmite a los humanos a través de la picadura de la garrapata, de la que los roedores son huéspedes. «Se vincula a las explotaciones ganaderas y hace tiempo hubo cierta polémica, porque hubo un brote en Castilla y León que saltó a los medios de comunicación», recuerda Javier Vázquez.

La tularemia es una enfermedad bacteriana que se asocia a liebres, conejos, ratas, ratones de campos y topillos, causada por la baceteria Francisella tularensis, que también puede transmitirse a los humanos. Quizás algunas personas recuerden la listeriosis, que quizás nos suene algo más si hablamos de la carne mechada. Fue la responsable del mayor brote de esta dolencia ocurrido en España, con 196 afectados y dos fallecidos. «Un tipo de enfermedad que llega al ser humano a través del consumo de carne, al igual que la triquinosis, que se adquiere al consumir carne de productos no cocinados como por ejemplo el jamón».

Esta variedad de parásitos pasan al hombre a través de los productos derivados del cerdo o jabalí, que antes han consumido algún tipo de ratón. «El zorro es un controlador natural, porque al comerse al roedor contraen el parásito, pero nosotros no comemos a este cánido».
Así pues, la disminución de depredadores en décadas anteriores «se corresponde con la aparición de efermedades», comenta Vázquez. Por ejemplo, «en la mitad norte de Siberia no hay epidemias porque hay un importante número de lobos».

PLANTA-BOSQUES.

Pero además, el zorro es muy importante en la naturaleza porque actúa de planta-bosques. De hecho, «en los ecosistemas agrícolas donde los árboles y los arbustos autóctonos son escasos, las ventajas de su presencia son enormes ya que consigue diseminar miles de semillas en sus heces», afirma Javier Talegón.

Por ejemplo, durante el verano, «los raposos consumen enteras las cerezas pasas que encuentran en el suelo y, en sus excrementos, es habitual comprobar la existencia de decenas de semillas de este frutal, favoreciendo así, su dispersión a distancias que incluso superan varios kilómetros». En los últimos día de la época estival, los zorros también se alimentan de los frutos de las zarzamoras (Rubus ulmifolius) y es muy frecuente encontrar excrementos llenos de semillas de este arbusto en casi cualquier lugar de Castilla y León.

En muchos casos, «después de pasar por el tracto digestivo, las semillas no resultan dañadas y son perfectamente viables». Algunos ecólogos «han comprobado que algunas especies de plantas desaparecerían a largo plazo si el zorro se extinguiera».

Cada zorro necesita al día 450 gramos de carne, por lo que necesita consumir unos 15 topillos al día, lo que se traduce en cerca de 5.500 anualmente. Los raposos «son un aliado imprescindible para el agricultor, que con frecuencia, se ve afectado por las explosiones demográficas de los topillos que consumen sus cultivos», dice el biólogo.

En realidad, «el zorro es el chivo expiatorio del declive de la codorniz, de la perdiz o de la liebre». Si bien, lo cierto es que «son otras y muy diferentes, las causas de su escasez: la perdida de linderos y refugios derivados de la agricultura intensiva, las labores agrícolas que en ocasiones destruyen numerosas puestas, los atropellos en carretera de liebre o las enfermedades».

CAZA DEL ZORRO

Con frecuencia, se considera que la caza del zorro es beneficiosa para proteger las especies de caza menor. «Pero esta medida no es efectiva si tenemos en cuenta que los raposos tienen estrategias de autorregulación para compensar las bajas, la denominada natalidad compensatoria». Ante un periodo de caza en el que se pueden matar decenas de zorros en un mismo coto, la hembras compensan esas pérdidas con partos más numerosos la próxima temporada. La explicación a este fenómeno radica en que «su hábitat ofrece a estos animales la misma comida, pero al haber más bajas, disponen de más para su consumo, lo que hace que la ovulación sea mayor».
La población de Portomarín, en Lugo, acoge cada año la Copa de España de caza del zorro, «en donde llegan a cobrarse cerca de un centenar de piezas cada año, y cada temporada no baja el número de ejemplares; es un ejemplo claro de esta natalidad compensatori», afirma Javier Vázquez. De ese modo, «la caza como elemento de control de la especie no es efectiva ni a medio plazo», comenta Javier Talegón.
Sobre su conservación, «los zorros –dice Talegón- mueren por atropellos en carretera, por el veneno que se utiliza en algunos cotos de caza para combatir a las erróneamente llamadas alimañas, pero sobre todo sufren bajas por disparos de cazadores». En este sentido, Javier Vázquez subraya que «durante los últimos años la población de esta especie es variable en nuestro territorio y en general ha aumentado». En los años 40 y 50 «disminuyó el número de carnívoros por una excesiva caza, pero la sensibilidad cambió durante las dos siguientes décadas, en buena parte gracias a la figura de Félix Rodríguez de la Fuente, y ha habido un repunte poblacional».


ASOCIACIÓN FREE FOX.

Desde 2018 la Asociación Free Fox busca visibilizar la persecución del zorro y «revertir la imagen que el medio rural ha dejado en el imaginario colectivo sobre este superviviente nato», señala su presidenta y fundadora, Alicia Roa. Apunta que «la caza no es eficaz para controlar la población de los animales porque la naturaleza se regula sola». Y es que esta práctica «solo sirve para acabar con depredadores y presas sin ningún tipo de criterio».

Para Roa, parte del miedo que existe hacia la figura de este animal se debe «al temor a que nos roben». Lo cierto es que «los seres humanos han expandido su presencia y ocupado los hábitats, lo que hace que cada vez esta especie tan astuta esté más cerca del hombre e incluso se acerque en busca de alimentos a las granjas». Por ello, muchos de los accidentes y muertes de los zorros tienen que ver con elementos creados por el hombre. «Atropellos en carreteras y ahogamientos en balsas son algunos de los más comunes».

La ‘Red zorruna’ de Free Fox cuenta con voluntarios, rescatistas, biólogos y guardas forestales de toda España que «buscan dar una segunda oportunidad a los raposos que aparecen malheridos». Fracturas en las patas, traumatismos, golpes en la cabeza son algunas de las principales afecciones que presentan. «Tratamos de curarlos para después volverlos a liberar; o si no fuera posible, introducirlos en refugios».

Además, Free Fox ha llevado a cabo concentraciones, charlas, activismo directo, rescates, denuncias, recogida de firmas, apoyo a otras causas. «nos sentimos muy orgullosos de crear un Día Mundial del Zorro gracias a la realización de campañas en varios idiomas». Hoy ya aparece en los espacios virtuales que el 26 de enero es el Día Mundial del Zorro. «Nuestro objetivo es lograr la abolición definitiva de la caza del zorro en España». Algo que pudiera estar cada vez más cerca, ya que «la gente tiene cada vez una mayor conciencia de la importancia de la fauna silvestre y del respeto hacia los animales».

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